Vimos ya en la novena entrega de esta serie cómo el ingreso de Lope de
Olmedo a la vida religiosa en el monasterio de Guadalupe, perteneciente a la
Orden de San Jerónimo, parece por las fuentes una decisión repentina;
en aquella entrega, repasamos la cronología y transcribimos el testamento vital
de Lope, fechado el 19 de abril de 1415, fecha de su profesión de votos
solemnes (Archivo de Guadalupe, legajo 45). Antes de avanzar en su vida como
monje jerónimo, la que consideramos como segunda
vida de fray Lope, sin embargo, me pareció muy importante ofrecer una
detallada explicación de los complejos orígenes de la Orden de San Jerónimo,
con el objetivo de disponer de los datos necesarios para comprender los acontecimientos
que se sucederán una vez Lope ingresa en esta orden.
En la presente entrega vamos a explicar la estructura y funcionamiento de la Orden de San Jerónimo, la figura del Capítulo y del Mayor de la Orden y vamos a ver qué ocurrió en el I Capítulo General, celebrado en el monasterio de Guadalupe. Veremos, además, que en este Capítulo también participó fray Lope, quien no sólo hacía escasamente tres meses que era profeso solemne, sino que había ingresado en el monasterio hacía mucho menos de un año.
Para la exposición de estos hechos vamos a seguir sobre todo la obra conjunta de Josemaría Revuelta Somalo y José Luis Durán Múzquiz, “La Orden de San Jerónimo”, de la que hablamos en la entrega anterior, la tesis doctoral no publicada de Sophie Coussemacker, “L´Orde de Saint Jêrome en Espagne, 1373- 1516” y el “Libro de los actos de los capítulos generales y privados de la Orden de San Jerónimo (1415 – 1473)”, un valiosísimo trabajo de traducción y transcripción de los mismos llevado a cabo por Fernando Pastor Gómez-Cornejo, auto-editado en 2005.Me parece de justicia presentar brevemente esta obra que, en palabras de
su autor, “corresponde a la transcripción, lo más fiel que ha sido posible, de
la primera parte del volumen primero del Libro
de los actos de los capítulos generales y privados, texto manuscrito al que
se añaden escasas notas a pie de página”. El primer tomo de las actas, según el
manuscrito que se conserva en el Archivo General de Palacio (AGP, legajo 1790),
está integrado por dos partes; la primera de ellas es la que recoge este libro.
Este volumen es de gran ayuda para quien pretenda estudiar este periodo de la
Orden de San Jerónimo, tanto por facilitar la lectura de las actas, transcritas
y traducidas, como por las explicaciones adicionales que facilita el autor.
Fernando Pastor agradece asimismo en este volumen a Josemaría Revuelta Somalo
el redescubrimiento de las actas capitulares (además de las constituciones y
otros documentos) en el Archivo General del Palacio Real de Madrid (AGP).
Explica Fernando Pastor en la introducción al libro de las actas que en
la bula Licet Exigente del 18 de
octubre de 1414 (que propiamente fundaba, como ya hemos dicho, la Orden de San
Jerónimo, centralizándola y otorgando exención de la autoridad episcopal, pasando
a depender directamente del Romano Pontífice), el papa encomendaba al prior de
la casa de Guadalupe la convocatoria a todos los priores y a todos los
conventos, mediante la designación de un procurador o representante, a un
primer Capítulo General, que se habría de celebrar en esa casa. Pastor afirma
que poder celebrar capítulos, a la manera de otras órdenes ya constituidas,
había sido uno de los propósitos iniciales que movieron a solicitar la unión de
los monasterios, con el fin de poder dictar normas (Constituciones) que
unificasen los usos y costumbres de los monasterios. La parquedad de las
Constituciones y la creciente complejidad de la Orden determinaron que los
sucesivos Capítulos fueran interpretando y ampliando las disposiciones
regulares, en función de las circunstancias que se iban presentando. Así, el
Capítulo General sería la instancia superior de gobierno de la Orden de San
Jerónimo, la máxima autoridad, el órgano rector, representativo, en el que se
adoptarían las más importantes decisiones que afectaban a los monasterios y los
monjes jerónimos. Ningún asunto grave debía poder escapar al conocimiento del
Capítulo, que recibiría información regular de los visitadores a las diferentes
casas.
Junto a ello, el Capítulo General había de tener una importante función
electoral. En los Capítulos, como mandaba la bula, se elegirían a los
Visitadores Generales, que deberían velar por el fiel cumplimiento de las
Constituciones en todas las casas. Por último, el General de la orden recibiría
su autoridad del Capítulo. La bula especificaba también el nombramiento de
otros cargos para toda la orden, como definidores y confirmadores.
Dice Fernando Pastor: “Será en abril de 1415 cuando el prior de
Guadalupe, fray Pedro de Jerez, enviará la citación a todos los priores de los
monasterios jerónimos”. Habiendo recibido la convocatoria, se reunieron los
priores y procuradores en el monasterio de Guadalupe el 26 de julio de 1415,
dando comienzo el primer Capítulo General con la celebración de una Misa del Espíritu
Santo. Únicamente este primer capítulo general se celebró en Santa María de
Guadalupe. El siguiente, y ya todos en la historia de la OSH, se celebraron en
San Bartolomé de Lupiana (Guadalajara), que había sido la primera fundación y
fue establecida como “casa madre” de la orden en el primer Capítulo General.
Revuelta y Durán explican muy bien el desarrollo de acontecimientos del I
Capítulo y sus fechas precisas: el viernes 26 de julio de 1415, a la hora de
tercia, dio comienzo el primer capítulo general (como indican las actas). Se
prolongó hasta finales del mes de septiembre. La duración fue excesivamente
larga en comparación con los posteriores capítulos; se debió, afirman los
autores, a los muchos trabajos que se llevaron a cabo con el fin de consolidar
la orden, que no habrían de repetirse en futuros capítulos (la organización del
mismo capítulo, elaboración de gran parte de las Constituciones, etc.). El
primer paso que se dio en el Capítulo fue el de nombrar a varios frailes – tres
– de los asistentes al capítulo, para que diesen fe por escrito de todo lo que
iba a suceder. En los primeros días se realizaron otros actos encaminados a
organizar el funcionamiento del capítulo, previos a la elección del general de
la orden y a la elaboración de las constituciones, que eran los objetivos
primordiales: se comprobó la validez de la procuración; hicieron todos
juramento de guardar secreto y se decidió la no participación de frailes legos.
El día 5 de agosto se eligió al General; el 12 del mismo mes a los seis
definidores. Hasta el 9 de septiembre se trataron temas constitucionales y
económicos; ese día se pronunció ante los frailes de Guadalupe todo lo
elaborado en el Capítulo, principalmente los estatutos y Constituciones. Desde
ese mismo día 9 – seguimos leyendo de Revuelta y Durán –, por acuerdo de todo
el Capítulo, el general y los definidores recibieron poder para seguir
decidiendo sobre asuntos propuestos e incoados anteriormente. Desde ese
momento, el capítulo se deshizo y los definidores continuaron con su labor,
tomando medidas acerca de frailes que vivían fuera de sus monasterios, dando
poder a los visitadores para decidir sobre ventas y compras de los monasterios,
estudiando la posible aceptación de donaciones para la orden, etc.
Reunidos todos los asistentes al Capítulo, como acto inicial se celebraba
una Misa del Espíritu Santo, al igual que en todos los monasterios de la Orden,
“por la elección de nuestro Padre General y de los negocios de la Orden que
ende se han de ordenar”.
En este primer capítulo general, de gran trascendencia para la orden,
como afirman Revuelta y Durán, leemos en las actas transcritas por Fernando
Pastor cómo se afrontó la tarea propuesta por Benedicto XIII en la bula Licet Exigente de la elección del
primer general. Revuelta y Durán consideran que la elección del general fue
el acto de mayor importancia del primer Capítulo. Junta a la elección de éste,
era fundamental elegir también el monasterio del que el general debería ser
siempre prior. El primer General de la OSH fue fray Diego de Alcorcón (y no
Alarcón – aclara Fernando Pastor – “como mal transcribió el padre Sigüenza y
con él toda la historiografía posterior”), se fijó su residencia en San
Bartolomé de Lupiana y se decidió que el prior de Lupiana sería siempre el general
de la Orden, lo que constituyó una peculiaridad de la orden jerónima y acabó
suscitando problemas siglos después.
En el primer Capítulo General se procedió también a determinar la
organización interna de la orden y la elaboración primera de la legislación,
mediante la redacción de unas Constituciones que serían aprobadas por el papa
Martín V en 1418. Sophie Coussemacker destaca la presencia de dos monjes
cartujos en el I Capítulo General, por orden del papa, “para explicar a los
jerónimos sus normas de gobierno” (vol I, p. 294). Los jerónimos, neófitos en
esta tarea, recibieron pues la asistencia de los cartujos.
Fernando Pastor hace mención a la sensación de desorden que se desprende
del documento de las Actas del I Capítulo General, de “mezcolanza de temas y
asuntos, de lo que se deduce la inexistencia de un ´orden del día´ o, al menos,
un cierto índice de temas sobre los que se debían tratar (…). En las actas se
van entremezclando acuerdos de importancia relevante (aprobación de
constituciones y extravagantes, fundación de nuevos monasterios, postura a
adoptar frente al grave problema de los conversos, etc) con asuntos meramente
particulares y triviales, como puede ser la propiedad de determinado libro que
se disputaban dos monasterios o quién debía pagar la mula utilizada en
determinada gestión”. Pastor afirma que “esta sensación de todo revuelto”
permaneció durante un tiempo, a pesar de estar ya en los cargos de relevancia
lo que Revuelta Somalo y Durán Múzquiz llamaron “la segunda generación de los jerónimos”,
monjes doctos, con sólida formación, muchos de ellos letrados y doctores en
leyes. Sólo en el siglo XVI, continúa Pastor, empezó a observarse una
estructura ordenada en las actas capitulares.
El Capítulo General había de celebrarse cada tres años, aunque si, entre
Capítulo y Capítulo aconteciera alguna razón legítima “como hambre, guerra o
pestilencia, o por otra razón grande”, podía ser retrasada su celebración
durante un año o más, según las circunstancias. También esta primera época que
tratamos supone una excepción a lo que luego habría de ser regla general, pues
el número e importancia de los temas a regular hizo necesario que los tres
primeros capítulos generales se hubiesen de celebrar consecutivamente en 1415,
1416 y 1418, teniendo ya los siguientes, y hasta la extinción de la orden,
carácter trienal.
Es importante que nos detengamos brevemente a describir la composición
del Capítulo General, con el fin de comprender la importancia de la
participación de fray Lope de Olmedo en los primeros capítulos generales y la
confianza que depositaron en él sus hermanos de religión, eligiéndole para
ellos. Seguimos aquí a Fernando Pastor: “Todas las casas de la orden se
hallaban presentes en el Capítulo General, representadas por su Prior y un
Procurador del convento, como delegado de los monjes. Sólo en el caso de que
ninguno de los dos acudiera al Capítulo, perdía la casa su voto, sin que
pudiera delegase en otro de los asistentes (…). El Prior de cada uno de los
conventos era representante nato de ellos, pudiendo, no obstante, delegar su
voto en el Procurador, o en otro monje, en el caso de encontrarse
imposibilitado para asistir. Los Procuradores eran elegidos por los monjes de
los monasterios. En un principio no se exigía más que el cargo recayera en un
monje profeso de orden sacro que no estuviera privado de voto. La elección de
los Procuradores se realizaba en los capítulos de cada monasterio mediante
votación secreta de todos los monjes con derecho a voto (los profesos solemnes
ordenados al sacerdocio) y en la que no participara el Prior. En ningún caso
podía recaer la elección sobre el Vicario (o segundo del monasterio), que debía
permanecer al frente de la casa durante la ausencia del Prior. Éste debía
aceptar la elección del Procurador votado por la comunidad; en caso de no
hacerlo, debía procederse a una nueva votación.
Además de los Priores y Procuradores, asistirían al Capítulo General
quienes hubieran sido Visitadores Generales en el trienio anterior (esto aplica
ya para el segundo Capítulo).
El orden de asiento no era una cuestión dejada al azar. El Capítulo
General decidió dar asiento a las casas de acuerdo con su antigüedad, si bien
la excepción que sería siempre Guadalupe ya se dejó notar en este primer
Capítulo, donde se le dio el segundo lugar, “por haber sido como la segunda
cabeza de la Orden”, después de san Bartolomé de Lupiana, a pesar de no ser la
segunda fundación de la Orden (Lupiana sí fue la primera, como recoge la bula
de 1373).
Con la finalidad de asentar por escrito cuantas resoluciones se adoptasen
y levantar acta de cuantos acuerdos se tomasen, se procedía lo primero de todo
al nombramiento de dos Secretarios o Notarios, uno designado entre los Priores
y otro, entre los Procuradores. Pero ya en el primer Capítulo General en
Guadalupe se puso de manifiesto que una reunión tan numerosa difícilmente
podría ser eficaz. Por ello, acordaron la constitución de un grupo reducido de
monjes que, por delegación de los capitulares y presididos por el General,
adoptase las decisiones necesarias para el buen gobierno de la Orden. A este
grupo reducido de monjes se le llamó Definitorio.
En el primer Capítulo se eligieron seis Definidores, los que obtuvieron
más votos, entre quienes se encontraba fray
Lope de Olmedo, que se hallaba en el Capítulo, a pesar de su muy reciente
profesión monástica, habiendo sido elegido Procurador de su monasterio, Guadalupe.
Además, Lope desempeñó también un destacado rol en este capítulo como uno de
los tres Escrutadores elegidos para examinar los votos de los asistentes. Según
leemos en el Acta de este Capítulo – según transcripción y traducción de
Fernando Pastor –, Lope de Olmedo también ostentó cargo de compromisario en la
elección del General.
Veamos en orden las ocasiones en que aparece su nombre en dicha acta y a
qué se refiere:
·
“(…) e fray Lope de Olmedo, profeso y procurador
del convento del dicho monasterio”.
·
“E después de esto, lunes cinco días del mes de
agosto del dicho año (1415) plegó a todos los priores y procuradores que
estaban en el Capítulo presentes de proveer a la orden de mayor por la vía
mixta de escrutinio y compromiso. E por ende comprometieron todos unánimiter,
nemine discrepante, en fray Alonso de Medina, prior de Montamarta, e en fray
Gonzalo de Ocaña e en fray Lope de Olmedo, doctor, frailes profesos del
monasterio de Guadalupe, que escudriñasen los votos de los que y eran, a
quien querían elegir por Mayor de la Orden, y escudriñados que los publicasen
ante todos (…) E habiendo comprometido todo el capítulo en los dichos fray Alonso
de Medina y fray Gonzalo y fray Lope como dicho es, los dichos compromisarios
aceptaron el poderío que les era dado. E ayuntáronse a una parte del lugar
donde todos estaban, y viéndoles todos, inquirieron según les era mandado
secreta y singularmente los votos de cada uno, de sí primeramente, y después de
los otros, sobre el dicho mayor (General) de la Orden. E puestos por escrito
vinieron al lugar donde todos estaban y publicáronlos”.
·
“E hecha la dicha colación, el dicho fray Alonso
de Medina, compromisario susodicho, preguntó a cada uno de los que estaban en
el capítulo si daban a los dichos fray Gonzalo de Ocaña y fray Olmedo (sic) e a
él cumplido, general e libre poder para que por sí y en nombre del dicho
capítulo, pudiesen elegir irrevocabiliter y para siempre jamás el monasterio de
San Bartolomé de Lupiana en que comúnmente todos los dichos cuarenta y dos
electores habían expresamente consentido y concordado, así que fuese ya para
siempre el prior que ahora era y todos los otros priores que por tiempo fuesen
en ese monasterio, mayores y cabeza de toda la Orden de nuestro padre San
Jerónimo (…). Y luego, el dicho fray Alonso de Medina y los sus compañeros
aceptaron el dicho poder y de consentimiento y licencia de los dichos fray
Gonzalo y fray Lope, el dicho fray Alonso de Medina pronunció la elección ante
todos por esta manera que se sigue: In nomine Patris et filii et spiritus
sanctus. Yo, fray Alonso de Medina, prior del monasterio de Santa María de
Montamarta, de la Orden de nuestro padre San Jerónimo, compromisario
deputado en uno con fray Gonzalo de Ocaña e fray Lope de Olmedo, frailes
profesos del monasterio de Santa María de Guadalupe (…)”.
·
“E después desto, lunes siguiente, a las
vísperas, doce días del mes de agosto, fue acordado por todo el capítulo
general que porque mejor y más brevemente se tratasen las cosas que
necesariamente en este capítulo de la Orden se habían de tratar e expedir, que
eligiesen a seis Definidores, según la forma que tenían acordada para elegir
definidores en los capítulos generales (…). E aquellos seis en que en más voces
concurriesen, que los eligiesen en nombre suyo e de todo el capítulo por
Definidores (…). Determinó todo el capítulo que los que fuesen electos en
definidores que hubiesen poderío de ordenar, estatuir e definir todas las cosas
que en ese capítulo se discutiesen e no otras (…). E luego en pos de esto, el
dicho fray Alonso de Medina, de licencia e encomienda que ante todo el capítulo
le dieron los dichos sus compañeros, publicó ante todo el capítulo los votos
que cada uno había dado e las personas del dicho capítulo que habían sido
nombrados por todos para definidores. E hecha ante todos por el dicho fray
Alonso de Medina la colación de las voces que habían dado, hallose que fray
Juan de los Barrios, prior de la Sisla, e el dicho fray Alonso, prior de
Montamarta, e fray Gonzalo de Ocaña, procurador del prior de Guadalupe (el
Prior no asistió por enfermedad), e fray Lope de Olmedo, procurador del
convento de Guadalupe, e fray Fernando de Córdoba había habido las más voces
entre todos los que habían sido nombrados para el dicho oficio de definidores
por todos los del capítulo (…). E luego los dichos (…) e fray Lope de Olmedo,
maguer que se sentían por insuficientes para el dicho oficio, pero aceptáronlo
e consintieron en la su elección pues a todo el capítulo placía de los elegir”.
·
“E después de esto el lunes a la hora de la
tercia, nueve días del dicho mes de septiembre, estando ayuntados en su
capítulo todos los priores y procuradores de la Orden, e estando ende el
vicario fray Alonso de Córdoba e todos los frailes profesos del monasterio de
Guadalupe los cuales habían sido llamados allí para que fuesen presentes de la
pronunciación de todas las cosas que en el dicho capítulo habían sido
ordenadas, los dichos priores y procuradores dieron y otorgaron cumplido y
lleno poder al prior de san Bartolomé (…) e a fray Lope de Olmedo (…),
definidores del dicho capítulo, para que por sí, e en nombre de todo el
capítulo que ende estaba ayuntado, pronunciasen, declarasen e publicasen todas
las cosas que en todo el tiempo que ende habían estado habían tratado, ordenado
e estatuido para coadunación, reformación e pro común de la Orden e de los que
en ella eran profesos”.
Sorprende el destacado rol de Lope
de Olmedo en este I Capítulo General, teniendo en cuenta, como hemos dicho,
que había ingresado y profesado solemne en el monasterio de Guadalupe en el mes
de abril de 1415, sólo tres meses antes de la celebración del Capítulo. Sophie
Coussemacker, en su tesis doctoral no publicada de 1994 sobre los dos primeros
siglos de la OSH - de la cual puede leerse una copia depositada en la
biblioteca del Monasterio de Guadalupe -, es del parecer que la meteórica (sic)
ascensión de fray Lope en la Orden de San Jerónimo (como veremos en la
siguiente entrega, tres años después era elegido General) se debía al deseo de
la Orden de aprovechar los contactos de Lope en las cortes reales de Castilla y
Aragón y en la corte pontificia de Benedicto XIII. De hecho, Coussemacker
aventura incluso que, “aunque las fuentes jerónimas no lo especifican, es
posible que Lope de Olmedo utilizara su influencia ante Benedicto XIII para
obtener el auto de unión de la Orden”. Sin pruebas documentales, me parece
arriesgada esta afirmación de Coussemacker (quien, en otra ocasión, como
veremos en la próxima entrega, se refiere, también sin pruebas, a la ambición
de fray Lope por medrar en la OSH) porque, además, es anacrónica: la bula está
fechada, como hemos dicho, en octubre de 1414, mientras que fray Lope ingresó
en la orden de san Jerónimo en abril de 1415. En cualquier caso, si pudo
intervenir de alguna manera en la promulgación de esta bula, fue desde su
puesto de auditor de cuentas del palacio apostólico. Sin documentos que prueben
otra cosa, la hipótesis de Coussemacker queda en el campo de la conjetura.
Publicado en InfoVaticana el 8/9/2024.
Comentarios
Publicar un comentario