¿Cómo llegó Lope de Olmedo a ser embajador de Fernando de Antequera ante el Papa Luna? ¿Cómo acabó siendo fundador de una orden monástica? ¿De dónde salió? Es decir, ¿cuáles fueron sus orígenes? La historia de Lope González de Olmedo, como toda historia, tiene un comienzo. Y tras la introducción a este fascinante personaje publicada en este portal el 25 de febrero (https://infovaticana.com/2024/02/25/las-tres-vidas-de-fray-lope-de-olmedo/), vamos hoy a considerar estos inicios. Seguiremos en esta serie una exposición cronológica de su vida en sus distintas etapas, situando al personaje en su contexto histórico y apuntando a las implicaciones historiográficas de la investigación. Expondré en esta entrega la fecha y lugar de nacimiento de Lope según la documentación, su temprana devoción a San Jerónimo y sus orígenes familiares.
Continuaremos con las referencias a las principales fuentes documentales y bibliográficas sobre las que se sostiene esta investigación, que denominaremos clásicas (s. XVI – XIX), pues es preciso acompañar estos datos de una reflexión sobre el trabajo de lectura e interpretación de las fuentes, que es el oficio o arte de analizar y narrar la Historia. Y finalizaremos con una reflexión sobre las implicaciones de escribir la Historia en general y de biografiar a un personaje medieval en particular.
Respecto al lugar y la fecha de nacimiento, existe actualmente acuerdo
en las fuentes documentales y la bibliografía en que Lope González nació en la
villa de Olmedo en el año 1370. De su nacimiento en este lugar se deriva el
patronímico con el que comúnmente se identifica a Lope González en las fuentes
documentales: Lope (González) de Olmedo, así como en su vida religiosa: fray
Lope de Olmedo. Sin embargo, las primeras fuentes que trataron de reconstruir
la biografía de Lope discrepaban sobre ello: en el siglo XVII, su primer gran
biógrafo, Dom Pio Rossi, situaba su nacimiento en Sevilla. Un siglo más tarde,
el segundo de sus grandes biógrafos, Dom Norberto Caymi, contrastando con otros
autores, corregía y confirmaba el nacimiento de Lope en la villa de Olmedo,
situada en Castilla la Vieja (diócesis de Ávila entonces; hoy, Valladolid).
Es de notar que Dom Norberto Caymi sigue en muchos puntos la obra de
Rossi, pero la corrige allí donde halla documentación para hacerlo. Este
proceder de Dom Norberto Caymi, contrastando con diversos otros autores los
hechos de la vida de Lope, es una constante a lo largo de toda la biografía del
personaje, pues son abundantes los datos discrepantes y contradictorios. Por
eso, considero que la manera más esclarecedora de exponer la vida de Lope será
desmadejar estos datos discrepantes siguiendo el hilo de la biografía de Lope
tal como la expone Dom Norberto Caymi en su obra publicada en Bolonia en 1754, Della vita del Venerabile Lupo d´Olmedo,
basada en abundante y exhaustiva documentación, e ir contrastando con otras
fuentes los puntos controvertidos; ampliando datos y aspectos de la vida de
Lope de los que Caymi parece no haber tenido conocimiento.
Dom Norberto Caymi describe la primera infancia
de Lope como extremadamente piadosa; un niño de humildad e inteligencia
sobresalientes (“una vastità di mente, una acutezza d´ingegno, un´ amore alle
cose di Dio, un disprezzo di quelle del mondo, e una sì rara dolcezza di
maniere”). El biógrafo recoge también un importante
episodio narrado por el propio Lope en su Vida
de San Jerónimo: la intercesión del santo en el difícil parto, en que
estuvo en peligro la vida de madre e hijo, y los ruegos de ella pidiendo
intercesión al santo Doctor. Estas son las palabras textuales de Lope que recoge
Caymi: “Si en tal empresa se me achaca temeridad, téngase en cuenta la devoción
que le debo (de manera no poco merecida) a quien libró a mi madre del peligro
de muerte cuando me tenía a mí en su vientre"; en el latín original dice
Lope: “In quo – opere – si temeritas reprehenditur, attendatur devotio, quam ei
(Hieronymo) non immerito debeo, qui matrem meam, quum me (Lupum) haberet in
utero, a mortis periculo liberavit”.
Respecto a los orígenes familiares de Lope de Olmedo, la historiografía
afirma de manera unánime que perteneció a un antiguo linaje castellano, si
bien, paradójicamente, no es posible concretar más; el mismo Caymi expresa que “no
ha llegado hasta él el nombre de los padres de Lope, a pesar de ser de un
antiguo e ilustre linaje” (“I nomi de´suoi genitori, tuttochè a noi palesi non
sieno, si fa non ostante di certo essere Lupo di sangue assai chiaro e
illustre, e molto antico il suo gentil lignaggio”). Considero que se trata de
un intento por parte de los diversos estudiosos de la vida de Lope por
entroncarle en una familia digna de la figura que llegaría a ser; pero es
difícil sostener que pudiera haber pertenecido a un linaje nobiliario cuando, ya
en el siglo XVIII, no era posible identificar el nombre de sus padres ni la
familia. Los autores barajan distintos linajes castellanos destacados, como los
Rodríguez y los Andrea, cristianos viejos; Caymi recoge cómo el P. Francisco de
san José OSH, en su Historia del
Monasterio de Guadalupe, de 1743, afirma que “Lope perteneció a la antiquísima
y célebre Casa González”, aduciendo como prueba “las muchas cartas, tanto
escritas por él como dirigidas a él, que se conservan aún en el archivo del
monasterio”. Buscando dignificar los orígenes de Lope,
hay
quien incluso le atribuye haber sido hermano de san Vicente
Ferrer. En su tesis doctoral defendida en 1994, la historiadora francesa Sophie
Coussemacker afirma que el padre de Lope, García Gonzales, estuvo al servicio
de los Trastámara en la corte de Castilla. Parece pues que podría tratarse de
una familia vinculada a la corte real, pero probablemente sin ser un linaje
nobiliario. La cuestión está aún sin resolver, y no es de poca importancia,
puesto que su origen familiar puede estar relacionado con haber alcanzado un
hipotético “techo de cristal” en su ascenso en la jerarquía eclesiástica al
servicio de Fernando de Antequera y del Papa Luna, a pesar de sus estudios y
contactos, como veremos en otra entrega. Por la misma razón, se plantea como
cuestión sumamente interesante por qué y cómo alcanzó los estudios que alcanzó
y en los centros universitarios en los que los cursó, dado este origen familiar
incierto; así cómo quién le envió a estudiar: si fue su familia, como afirma él
mismo en una carta datable entre 1418 y 1420 (y también así lo recoge Caymi) que
se conserva en la biblioteca del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (legajo
63); o si fue su obispo, una vez hubo recibido las órdenes menores o, incluso,
la ordenación sacerdotal, como veremos más adelante.
No hay apenas nada más que podamos decir sobre estos primeros años de
Lope de Olmedo, puesto que nada se dice en las fuentes. Caymi dedica dos breves
capítulos al nacimiento y primeros años de Lope y enseguida pasa a tratar de su
ingreso en la vida religiosa en la Orden de San Jerónimo. Queda, pues, mucho
por conocer y reconstruir respecto a la familia de Lope de Olmedo y los
primeros años de su vida. La conservación, localización y consulta de fuentes
documentales es fundamental, pues toda la investigación depende de ello. Sería importante,
con el fin de trazar el rastro de la familia de Lope, hallar su partida
bautismal, por ejemplo; pero, por el momento, todo lo que sé es que en el
archivo de la catedral de Ávila no se conservan documentos del siglo XIV.
Una vez expuestos estos datos y sus posibles implicaciones en la
posterior vida de Lope, veamos las importantes cuestiones relativas a la
documentación y la historiografía. Mi intención es que estas entregas
periódicas puedan servir como base para la escritura de un ensayo biográfico
sobre Lope de Olmedo; pero, por el momento, dado este formato de entregas y con
el fin de que la información no quede dispersa, en lugar de dedicar un apartado
a todas las fuentes y bibliografía que tratan sobre el personaje, vamos a ir
desgajándolo en los distintos periodos de su vida que tratemos, con el fin de
mostrar para cada momento la base documental sobre la que nos apoyamos. Así, es
importante detenernos brevemente en las fuentes en que aparece citado Lope
desde el s. XVI. En primer lugar, en las dos citadas biografías de Lope, las
escritas por sus monjes italianos Dom Pio Rossi (s. XVII) y Dom Norberto Caymi
(s. XVIII); se trata de obras destinadas a ensalzar la talla espiritual de Lope
como monje y fundador y poner en valor su obra monástica, frente las
informaciones vertidas desde el siglo XV por la Orden de San Jerónimo con el
fin de desprestigiarle. Por esa razón, estos dos biógrafos no se detienen en la
larga etapa en la vida de Lope como clérigo jurista y diplomático, puesto que
su interés se centra en su obra monástica. Son obras de estilo quasi hagiográfico, resaltando sobre
todo las virtudes de Lope y los favores sobrenaturales recibidos desde antes de
nacer, como persona elegida para
llevar a cabo una importante misión y bajo el patronazgo de San Jerónimo.
Además, estas dos biografías, si bien son las más importantes por ser
monografías, no son los únicos testimonios documentales sobre Lope de Olmedo.
Al contrario, es digno de mención el número de fuentes y bibliografía que le
citan a partir del mismo siglo XV; los más, para incluirle entre los fundadores
de órdenes religiosas medievales; los jerónimos, para desacreditarle, como
hemos dicho (a la polémica historiográfica generada por la Orden de San
Jerónimo sobre Lope de Olmedo dedicaremos una entrega). Aquí, por el momento, simplemente repaso algunas de
las fuentes y bibliografía, sin ser exhaustiva, en que aparece citado Lope de
Olmedo entre los siglos XVI y XIX. La obra
del P. fray Francisco de San José OSH, “Historia del Monasterio de Guadalupe”,
publicada en 1743 y conservada en la biblioteca del Real Monasterio de Nuestra
Señora de Guadalupe, trata sobre Lope en el capítulo XXXVII, “Sugetos que han
salido de esta Santa Casa, para fundadores de otras Órdenes” (pp. 235ss). El P.
fray Francisco de San José cita a su vez a diversos autores que han estudiado
con anterioridad la vida de Lope: Francisco
Tarrafa, quien dice que fue “eruditísimo en las Sagradas Escrituras”; Philipo de Bergamo; Mariano
Victorio, que llama a Lope “insigne varón” y celebra su doctrina; Barbosa,
escribe que Lope “vivió santísimamente”, y le da el título de Beato. En cuanto a esto, así como al
hecho de que en el título de la biografía escrita por Caymi se le defina como
“venerable”, desde la Congregación Vaticana de las Causas de los Santos afirman
que no ha existido proceso alguno destinado a la beatificación de Lope. El P.
Francisco de San José afirma también que Juan Pedro Crescencio Romano llamó a
Lope “Corona de Italia” poco después
de su muerte, “por afecto y reverencia a sus insignes virtudes”. Y menciona
datos muy interesantes sobre imágenes ya en su tiempo desaparecidas para la
veneración de Lope: “Así se leía por los años de mil y quinientos en la Iglesia
de San Sabino de Placencia (Piasenza), sobre el Altar de nuestra Madre Paula,
en donde estaba una Imagen suya (no sé si hoy persevera) esta gloriosa
inscripción: Beatus Lupus de Olmeto, Praepositus Generalis: su Imagen se vio
coronada de rayos sobre los muros del monasterio de San Geronymo de Castellacio, que está fuera de Milán, y
asimismo pintada en lienzo en el monasterio de san Geronymo de Mantua: perdióse
en aquel por la renovación de la fábrica, y en este por mucha antigüedad”. Lope
aparece también citado, junto con su obra monástica, en diversos diccionarios eclesiásticos
de los siglos XVIII y XIX. La mención de
estas fuentes muestra que Lope fue un personaje considerado relevante en la
Iglesia durante varios siglos, hasta que cayó en el olvido a partir del s. XIX
y pasó a ser citado solamente desde fuentes jerónimas a partir de la
restauración de la Orden en el s. XX, con un claro sesgo peyorativo, como un
incómodo apéndice en la historia inicial de los jerónimos. Me parece importante hacer mención de estas distintas
fuentes también porque se trata del fruto de una investigación original y no ha
sido publicado con anterioridad.
Para concluir, me
gustaría plantear el inicio de una reflexión, que se extenderá a lo largo de
las distintas entregas, sobre el oficio o arte de estudiar la Historia, incluyendo
el estudio de la biografía de un personaje histórico; se trata de algo más
complejo que hallar fuentes documentales, transcribirlas y publicarlas, puesto
que implica análisis y construcción de un relato, hasta el punto de que el Dr.
Jaume Aurell, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Navarra,
cuyas obras son una referencia fundamental en esta investigación, afirma que el
contenido de lo que se narra es tan importante como la forma en que se narra;
que, además de depender de las fuentes consultadas, el historiador o biógrafo
es mucho más que un transmisor del mensaje, porque elige qué y cómo explica
sobre el personaje. La Dra. Anna Caballé, reconocida por sus estudios en el
campo de la biografía histórica, comparte esta visión del historiador (o
biógrafo) como autor. En el caso que nos ocupa, está claro que Lope recibió de
Dios grandes carismas y talentos y su vida es digna de un estudio en
profundidad que dé a conocer su figura. Si no alcanzo a exponerlo como se
merece, todo el demérito será mío.
Agradezco el tiempo e interés que dedican a esta lectura. Con el fin
de no espesar el relato, no me es posible mencionar todos los datos y fuentes
de que tenemos constancia y que no han sido publicadas con anterioridad de
manera compendiada y sistemática. Si alguien precisa de datos más concretos,
referencias bibliográficas completas o desea comentar otros temas referentes a
Lope de Olmedo y su contexto histórico, recibiré con agrado sus comentarios y
sugerencias en el correo abellan.pilar3@gmail.com .
Publicado en InfoVaticana el 17/3/2024.
Comentarios
Publicar un comentario